Historia

La supervivencia del ballet tras la Revolución Rusa de 1917


Durante mi tiempo en el Bachillerato Internacional, escogí hacer mi monografía acerca de un tema que me apasionaba, para poder disfrutarlo y aprender del área en la que me quería dedicar profesionalmente: el ballet. Quiero compartir lo que aprendí con ustedes, porque me parece fascinante.

Investigué y desarrollé un tema que me intrigó desde un principio: Rusia, China y Cuba son potencias del ballet y todas han pasado por una revolución comunista. ¿Será que el comunismo le favorece al ballet? El ballet es un arte burgués, que surge en la nobleza y su corte, en Italia y Francia. China y Cuba siguieron los pasos de la Unión Soviética; así que, para poder entender estos fenómenos mejor (esperen su desarrollo en futuros posts), hay que ver con más detenimiento su situación pionera. En Rusia, el ballet ganó popularidad durante el régimen de los zares y nobles. Los marxistas clásicos piensan que la revolución crea una nueva sociedad, y por ende, se produce una nueva cultura. Entonces, ¿por qué no fue eliminado el fenómeno cultural del ballet, si era considerado arte exclusivo de la élite que querían destronar? Si la revolución buscaba un cambio extremo del gobierno y la cultura rusa por descontentos hacia su líder y sus métodos, ¿por qué fue que el ballet sobrevivió la Revolución Rusa de 1917? Resulta que hay varios factores qué tomar en cuenta para responder esta pregunta…


Geografía y Folklore

La cultura de Rusia en el siglo 19 no se podía definir como una sola, ya que se extendía por un territorio vasto.

“Rusia era demasiado compleja, demasiado socialmente dividida, demasiado diversa políticamente, demasiado mal definida geográficamente, y quizás demasiado grande, como para hacer pasar a tres culturas como una sola”.

Orlando Figes, Natasha’s Dance: A Cultural History of Russia, 2002, p. xxviii

El ballet se incorporó a esta cultura colectiva. Y como cualquier arte, había quienes la amaban y quienes se oponían a ella. La nobleza fue un grupo que la apoyó, ya que durante la Edad Media, las danzas folclóricas eran su mayor fuente de entretenimiento. Así que, en los siglos 17 y 18, se interesan en los artes occidentales. Los bailarines folclóricos serbios fueron remplazados por este arte nuevo, volviéndose una tema dominado por los nobles.

“Los huérfanos de empleados gubernamentales difuntos se criaban para ser bailarines de ballet, y los aristócratas fundaron academias de ballet para entrenar a los siervos que ocupaban sus tierras. Los adinerados compraban, vendían e intercambiaban a sus bailarines más talentosos”.

Brian Palmer, “Why Do Russians Love Ballet So Much?”, 2013.

Poco a poco evolucionó, e incluso se logró convertir en el tipo de entretenimiento para las coronaciones de muchos zares.

Durante los siglos 19 y 20, aunque el ballet perdió popularidad en las cortes europeas por ser considerado anticuado, en Rusia siguió gustándoles a las cortes, quienes lo apoyaban y controlaban. El ballet no tenía buena reputación, ya que el Teatro Mariinsky ofrecía Ballet matinées, pero se dice que no se llenaban ni la mitad de los asientos y que solo asistían “esnobs” y hombres de negocio; es decir, no era muy popular ni muy asistido, probablemente solo aquellos con el suficiente dinero y tiempo para invertir iban a ver ballet.

Así que, en solo cuatro siglos, bailar ballet se volvió una profesión relevante y su nivel técnico era valorado económicamente. Preservó sus características europeas, y se volvió parte del régimen ruso, incrustado en la cultura noble, con una posición pertinente en la parte de la sociedad que no solo lo apreciaba, sino también lo apoyaba. Aunque no era lo más popular en términos generales, sí tenía de su lado a una población poderosa de la sociedad rusa.


Orgullo naciente de un ballet ruso nuevo y joven

Les Ballets Russes

En 1909, casi una década antes de la Revolución, Sergei Diaghilev funda Les Ballets Russes en Paris. Hablaremos más de este proyecto en un futuro post, pero por ahora, vamos a centrarnos en una obra que ensalzó el nombre del país en el extranjero: L’Oiseau de feu o El pájaro de fuego.

“Hay ópera rusa, sinfonía rusa, canción rusa, danza rusa, ritmo ruso- pero no hay un ballet ruso. Y eso es precisamente lo que necesito.”

Sergei Diaguilev, escrito para el compositor Anatoly Lyadov en 1909 en una propuesta de trabajo (Orlando Figes, 2002, p. 272).

La trama se basó en varias historias folclóricas rusas de la mitología eslava. Había una conexión directa, un aspecto que al público le iba a atraer:

“el pasado antiguo de nuestro país, su simbolismo profundo, eran demasiado vívidos, demasiado vivos, y demasiado atractivos como para no ser utilizados”

Aleksandr Benois, artista y diseñador de escenario ruso (Regina Bendix, The Firebird From the Folktale to the Ballet, 1983).

El pájaro de fuego iba a ser un ballet orgullosamente ruso, un trabajo colectivo. Diaguilev contrató a varios artistas rusos renombrados para hacer la obra desde cero.

  • Michel Fokine fue contratado para hacer una coreografía junto a Diaguilev puramente nacional (se considera el origen de una forma de ballet más moderna, con una técnica nueva más hacia la improvisación que parecía menos coreografiada en el escenario). Él también creo el libretto.
  • Igor Stravinsky terminó componiendo la música (que fue la primera obra por encargo de su carrera).
  • Diseños hechos por Aleksandr Golovin y Léon Bakst
  • Ideas del poeta Potiomkin se volvieron esenciales para su creación

Este ballet ruso se volvió conocido internacionalmente por su expresividad y su realismo. Y aunque no se ubicaba en Rusia, y no estaría de acuerdo con las futuras normas soviéticas, el proyecto de Diaguilev le mostró al mundo y a los futuros artistas rusos el potencial artístico que esta tierra tenía que ofrecer, creando un orgullo nacionalista hacia el arte verdaderamente ruso. El ballet se comenzaba a conmemorar como un arte nacionalista, un arte ruso.

Asimismo, para el tiempo de la Revolución de 1917, ya el ballet verdaderamente ruso había ganado un orgullo nacional, y un renombre internacional. Ya no se podía considerar solamente un ballet zarista burgués, había perdido sus rasgos franceses, permitiéndole sobrevivir los duros tiempos que se avecinaban.

Guerra Civil y Supervivencia

Tras la Revolución Rusa, durante los tiempos difíciles económica, política y socialmente de la guerra civil, el ballet estaba en una prueba de supervivencia.

“Las compañías de ballet no solo tenían que sobrellevar el éxodo masivo de figuras guías del escenario y las condiciones casi imposibles para trabajar, pero también empezaron a emerger presiones ideológicas de la cacofonía de los gritos emitidos por comunistas fundamentales, que apoyaban a los movimientos culturales proletarios y el avant-garde militante artístico que condenaban al ballet como un arte artificial y frívolo.”

Christina Exhari Swans of the Kremlin: Ballet and Power in Soviet Russia, historiadora del ballet y la cultura rusa.

Las condiciones de trabajo eran terribles; en consecuencia, esto creo una gran admiración por el arte del ballet. Gracias a la crisis durante la guerra civil y la escasez de combustible de 1919 :

  • Se volvió difícil operar los mecanismos de los teatros
  • Los ensayos eran imposibles sin luces
  • El teatro podía llegar a temperaturas por debajo de los cero grados Celsius. Durante los espectáculos, la audiencia se podría proteger con abrigos de pieles, pero los bailarines tenían que presentarse usando la poca protección de sus vestuarios delgados.
  • Tanto los bailarines como los espectadores tenían que caminar hasta sus casas, que no tenían calefacción, ya que el carbón se estaba volviendo inaccesible.
  • La guerra civil había llevado a falta de comida, lo cual significaba desnutrición, y por lo mismo, podía llevar a lesiones para los bailarines. Las presentaciones podían ser canceladas muy fácilmente, por lesiones o enfermedad de sus artistas.
  • Ya para 1919, la seda y el cuero que se necesitan para fabricar las zapatillas de punta había aumentado un 3000%, desde 6.50 rublos por cada par en 1917 a 250 rublos por cada zapatilla, solamente dos años después. El Teatro Bolshoi tuvo que reducir su uso de 500 zapatillas por temporada, debido a razones económicas, lo cual fue una decisión dañina para los pies de las bailarinas.

Es importante decir que no todos los bailarines estaban de acuerdo con el nuevo control bolchevique sobre el Teatro o el país; mucho se negaron a bailar para el gobierno.

Sin embargo, aunque muchos artistas desafiaron a los nuevos líderes, las situaciones difíciles de la profesión pudo haber afectado la percepción hacia el arte del ballet, quizás creciendo la admiración del pueblo hacia los profesionales. Los bailarines tenía que ser lo suficientemente fuertes tanto mental como físicamente para poder luchar contra el hambre, las temperaturas frías extremas y el dolor, y debían ser apasionados para poder seguir bailando. Debía aguantar lo que todo el pueblo estaba aguantando y hasta más. Así que los bailarines se volvieron un símbolo ruso de fuerza; eran individuos trabajadores con caracteres revolucionarios, que podían sobrevivir los tiempos duros, y mostrar a su vez, perseverancia en la escena. Se aguantaban para poder traerle a la gente momentos que los desconectaban de sus sufrimientos. Los rusos tal vez necesitaban presenciar su resiliencia para poder sobrevivir a sus propias dificultades tras la Revolución.

Vacantes para voces nuevas

Al principio de la Revolución, varias figuras importantes como Mathilda Kschessinskaya and Tamara Karsavina, y expertos extranjeros del ballet se fueron del país; temían que el régimen bolchevique matara al ballet, y que no solo se quedarían sin trabajo, sino también tendrían que sufrir las adversidades de la guerra civil y probablemente terminarían siendo perseguidos.

Matilda Kschessinskaya como Esmeralda (1899), fuente Sociedad Petipa

La emigración de artistas fue masiva; por ejemplo, La Compañía de Ballet del Mariinsky tenía entre 212 y 228 bailarines en 1918, pero para 1919, solo quedaban 134 bailarines.

Los que se quedaron fueron mayormente rusos jóvenes, y probablemente apoyaban más al Partido Bolchevique que los extranjeros. Esto significaba que en este momento surgieron oportunidades para tomar las vacantes que los profesionales que se fueron habían dejado libres. De esta manera, el gobierno pudo apoyar las ideas de artistas aspirantes jóvenes rusos.

Así, se apoderaron del arte del ballet, para hacerlo más ruso. Desde el principio del siglo 20, el orgullo nacional hacia el ballet había crecido, con la creación de Les Ballets Russes, incluyendo el trabajo colectivo de El Pájaro de Fuego. Los jóvenes, hambrientos por oportunidades de crecer, con un nuevo reconocimiento por su esfuerzo y dedicación junto al apoyo del gobierno, tenían las herramientas para ayudar a crecer el ballet ruso.


Lunacharsky y Marxismo adaptado

Para poder entender cómo ayudó Lunacharsky a la supervivencia del ballet en Rusia tras la Revolución, primero debemos entender un detalle del Comunismo Marxista. Si no querés complicarte, seguí leyendo a partir de este símbolo (*) a continuación. Sino, seguí leyendo; a mí me parece súper interesante.

Dentro del punto de vista Marxista, es decir, el colectivo que sigue la ideología propuesta por Karl Marx (incluyendo al Partido Bolchevique que dirigió la Revolución), hay opiniones variadas con relación a cómo manejar las artes:

  • Mikhail Lifshitz, escritor e historiados ruso, dijo en 1976 que, para el Comunismo de Karl Marx, el arte es colectivo y cada miembro del proletariado puede crear arte, ya que en una sociedad comunista, el placer y el trabajo no se separan. Cualquier persona que lo desee puede pintar y desarrollar su talento mientras trabaja, por ejemplo. Por lo mismo, un gobierno comunista no reprime la expresión artística, sino la estimula, con oportunidades igualitarias para desarrollar las habilidades artísticas necesarias.
  • George Plekhanov fue una figura importante de la Revolución Bolchevique, y él está de acuerdo con la estética marxista, ya que dice que el arte es “la comunión entre los hombres”. Esto significa que para poder tener arte, es necesario el factor social y la interacción de la sociedad y el artista. Pero él también dice que la belleza del arte es más subjetiva que su punto de vista social, que es más objetivo y que por lo mismo, se debería de analizar de manera separada a la lucha de las clases.

*Así que, nos damos cuenta que hay varios puntos de vista con respecto al arte y cómo manejarlo dentro de la ideología marxista. Unos dicen que hay que incluirlo, ya que es un aspecto social natural del ser humano y que el comunismo lucha por darle las oportunidades y las herramientas al que las merece, por su talento y no por su clase social, o posibilidades económicas. Mientras que otros dicen que la estética se debe de analizar separadamente a la lucha de las clases. Esta ambigüedad de cómo manejar al arte en el comunismo marxista, le daría la oportunidad a Lunacharsky y a Stalin de poder salvar al ballet.

Anatoli Lunacharsky, como el Comisario de la Ilustración del Pueblo Soviético desde octubre del año 1917, compartía estas ideas de que el Marxismo era adaptable a las nuevas circunstancias.

[El arte] “crea tipos y situaciones humanas, que hemos vivido a través de los siglos y los cuales son reales para millones de personas”

Anatoli Lunacharsky, en el artículo de Anna Kisselgoff “Olga Lepeshinskaya, 92, Soviet Ballerina, Is Dead”.

Es decir que, el arte, incluyendo al ballet, no era parte de la cultura de las clases sociales altas, sino una forma en común de expresión, con la cuál todas las personas se podían identificar. Eso significaría también, que podría expresar mensajes e historias que el gobierno quisiera transmitirle al público general. Para Lunacharsky, el arte es creado por la sociedad, y por lo tanto, todos deberían de tener el mismo acceso a la cultura.

Asimismo, en marzo de 1919, el Partido Comunista cambió su política, haciendo que la ilustración del pueblo fuera responsabilidad del Estado. El teatro se volvería más accesible a las masas, las artes de primera estarían disponibles igualitariamente, para que todos tuvieran las mismas oportunidades (contrario a tiempos anteriores, donde las clases sociales más bajas nunca habría podido ir a ver un ballet).

Lunacharsky tomó varias medidas a través de sus años de servicio que ayudaron a la conservación del arte del ballet:

Tiquetes gratuitos para un nuevo público

Se distribuyeron tiquetes gratis y subsidiados por el Estado al público general para ir a funciones de los Teatros Bolshoi y Mariinsky.

El ballet ganó una audiencia nueva: los trabajadores de la Unión Soviética, aquellos que quizás nunca habían ido a ver un ballet antes. Y lo mejor fue que… les encantó. Aplaudieron y elogiaron la belleza y destreza de los bailarines clásicos. Justo como había predicho Lunacharsky, pronto se volvió el entretenimiento favorito del pueblo.

“El ballet ofrecía un escape de los horrores de la realidad de la revolución.”

Christina Ezhari, Swans of the Kremlin: Ballet and Power in Soviet Russia, historiadora del ballet y la cultura rusa.

El ballet les ofrecía una perspectiva alternativa, una desconexión de sus condiciones de vida que habían cambiado tan abruptamente.

[El teatro] ” ofrecía descanso a los trabajadores”

Janice Ross, Like a Bomb Going Off: Leonid Yakobson and Ballet as Resistance in Soviet Russia

Y esto le convenía al Partido, porque una fuerza trabajadora distraída y más feliz es menos propensa a rebelarse; así que el Estado siguió apoyando al ballet, para poder asentar su control de mejor forma, usándolo como control de masas. El gobierno necesitaba una manera de educar y entretener al proletariado, y fueron esas necesidades políticas, las que aseguraron la supervivencia del ballet.

Protección de los Teatros

Teatro Bolshoi, 1856

En 1919, Lunacharsky argumentó contra el Partido Comunista que por la historia rusa dentro de las clases altas, el ballet debía de ser preservado y compartido con todos aquellos que no lo pudieron accesar antes de la formación del Estado Comunista. En los años 20, por la escasez de combustible, el Teatro Bolshoi casi se cerró, ya que traía poco valor de propaganda para el Partido. Pero el Comisario pensaba que era demasiado temprano para saber si el pasado burgés del país debía ser eliminado.

Después de que terminó la guerra civil, el gobierno soviético introdujo la Nueva Política Económica en 1921; las actitudes y políticas con respecto al ballet cambiaron: la distribución de tiquetes gratuitos se paró y se redujeron los fondos para el Mariinsky y el Bolshoi. Tras la crisis económica del verano de ese mismo año, los salarios de la Compañía del Bolshoi no estaban siendo pagados.

En marzo de 1922, Lunacharsky logró convencer al Comité Central del Partido Comunista de que no cerraran los edificios, porque eran teatros académicos, entonces cerrarlos significaría que sería más caro para el Estado su mantenimiento sin el ingreso de las funciones.

De esta manera, se estableció una codependencia económica entre el ballet y el Estado: el ballet necesitaba del financiamiento gubernamental, mientras que el Estado necesitaba el dinero de las funciones para la preservación de los teatros y el contenido de los ballets para engendrar esperanza en el proletariado luchador.


Lenin y propaganda

Durante el régimen de Vladimir Lenin (1917-1924), el ballet cambió y casi desaparece.

En esta etapa de la sociedad soviética, saber de ballet era ser culto y poseer una buena educación. Sin embargo, algunos oficiales soviéticos pensaban que el ballet debía ser eliminado, porque el gobierno no-comunista anterior asistía a sus presentaciones, previo a la Revolución.

Según la historiadora Ezrahi, la cultura no era prioridad para Lenin. Para él, el analfabetismo era un problema mucho mayor que debía de solucionar el Comisariato de Ilustración. Pero, Lunacharsky continuó defendiendo la preservación del ballet. Probablemente debido a sus estudios en filosofía, estaba seguro de que la cultura burguesa se debía adaptar a los requerimientos socialistas.

Lunacharsky quería unir música orquestral y el baile clásico para crear obras con mensajes emocionales, que ayudarían crear al Nuevo Hombre Soviético, y apoyar el “el sol creciente del Comunismo”. No se debía de eliminar, porque le daría a Rusia las bases para desarrollar una cultura proletaria mucho más rápido.

Otros historiadores como Janice Ross, argumentan que Lenin, al eliminar a la religión de la Unión Soviética, se dio cuenta de que el arte llenaba ese vacío que había quedado en tantos de su pueblo. Le encontró un uso político en la habilidad del ballet de transmitir mensajes no verbales a las masas, que en su mayoría eran analfabetas.

[Para Lenin el ballet era] “una forma de arte para una nueva cultura proletaria basada en lo visual, hermosa y antigua, pero con la capacidad de contar nuevas historias”.

Janice Ross, Like a Bomb Going Off: Leonid Yakobson and Ballet as Resistance in Soviet Russia

Es decir, el ballet se podía utilizar como propaganda que le beneficiara al Partido.

Así que, el ballet tuvo que cambiar para adaptarse a esta nueva realidad. Para comunicar más explícitamente, Lenin implementó más elementos de drama realista y pantomima, que hizo desaparecer al aspecto clásico del ballet. El poder social y político del ballet logró salvarlo; se siguió practicando ballet en Rusia.


Stalinismo y maleabilidad del ballet

Sin embargo, cuando Lenin murió en 1924, Joseph Stalin tomó el poder como líder del Partido Comunista y ayudó al ballet a sobrevivir usándolo a su favor, cambiándolo para que siguiera los requerimientos del Partido.

“El Leninismo es el Marxismo de la época del imperialismo y la evolución proletaria. Para ser más exacto, el Leninismo es la teoría y las tácticas de la revolución proletaria en general, la teoría y las tácticas de la dictadura del proletariado en particular”.

Stalin, Los Fundamentos del Leninismo, 1953

Esto quiere decir que, con estas palabras, Stalin se dio la posibilidad de variar su interpretación de la teoría Marxista. Si algo se volvía obsoleto bajo los ojos de Stalin, se justificarían las alteraciones necesarias para que se adaptaran sus decisiones a las circunstancias cambiantes; esto afectaba todo tipo de políticas, incluyendo aquellas que afectaban a la cultura.

Como la mayoría de los aspectos de la sociedad soviética durante los años treinta, el ballet fue controlado por el Partido Comunista. Stalin le dio más importancia al control sobre la cultura que Lenin. Él creía que para mejorar la posición de un país, el Gobierno debería de tener autoridad sobre todo: la vida pública y privada, incluyendo los medios de comunicación, la industrialización y los aspectos económicos, agrícolas y expresivos del público, entre otros. Esto llevo al totalitarismo por el que conoce su nombre a través de los años. Las artes eran financiadas por el Estado públicamente, y por lo mismo, debían seguir las reglas de sus inversores:

  • Se implementaron los artistas modelos, ejemplos a seguir, para mantener a los artistas inspirados, pero siguiendo los estándares respectivos, guías para seguir creando apoyados por el Estado sin ser castigados; por ejemplo:
    • Pyotr Illyich Tchaikovsky, compositor clásico, famoso por sus trabajos como El Cascanueces, con armonías vívidas y lineamientos que otros compositores, como Dimitri Shostakovich y Sergei Prokofiev, debían de emular.
    • Marius Petipa, famoso maître de ballet, gran figura del ballet ruso con coreografías de famosas obras como Paquita y La Fille du pharaon (La hija del faraón), entre muchas más.
  • Se categorizaron y limitaron los ballets ya existentes. Las obras se pusieron en cinco categorías:
    • A) Trabajos que estaban de acuerdo con la ideología, que fueron respaldados para ser presentados.
    • B) Trabajos que estaban de acuerdo con la ideología.
    • C) Trabajos cuyo sonido no cabía en la ideología totalmente, y necesitaban ensayos para ser examinados.
    • D) Trabajos que mostraban ideología aceptable, pero eran rudimentarios o simples, al incluir ciertas campañas políticas o fechas.
    • E) Trabajos prohibidos. Solo cuatro ballets fueron prohibidos para función: Fairy Doll, La Virgen Vestal o La Vestal, Smerch y El desastre del Consejo de los Cinco (The Wreck of the Council of Five); ballets que se perdieron por décadas.
  • Se apoyó la creación de nuevos ballets, que encajaban en los requerimientos del Realismo Socialista, como La Época Dorada (The Golden Age) en 1930.
  • Se creó un estilo en el ballet nuevo, como consecuencia.
https://www.youtube.com/watch?v=dD1NunC3NBk
La Época Dorada, presentada en 1994 en el Teatro Bolshoi

* DATO CURIOSO: Debido a estos requerimientos, El Lago de los Cisnes se convirtió en La historia de un hombre joven en el siglo 19, y cambió su final trágico y romántico por un final épico donde el bien triunfa contra el mal. Por esta razón es que hay dos finales (principales) en el mundo de este gran clásico.


En fin…

Desde la Revolución Rusa de 1917 hasta principios de la Segunda Guerra Mundial, le debemos la supervivencia del ballet a varios factores:

  • Debido a su vasto territorio, la cultura rusa pudo ser variada desde los principios del ballet, lo cual permitió que el arte occidental del ballet se pudiera incluir entre el entretenimiento de las clases sociales altas.
  • El folklore se implementó en el ballet, para formar una identidad rusa desde un principio.
  • Este sentimiento nacionalista, colectivo y creativo, fue respaldado por proyectos como Les Ballets Russes, que a su vez fueron creando un reconocimiento nacional e internacional de los artistas rusos.
  • Las dificultades de la guerra civil lograron poner al bailarín como símbolo de resiliencia y fuerza, ganando respeto en el país.
  • Pero, sin figuras como Lenin, Stalin y Lunacharsky, el ballet no habría sobrevivido, pues ellos fueron los que llevaron a cabo los cambios políticos que lo afectaron y lograron que el Gobierno apoyara económicamente a los teatros y al arte.
  • De todas maneras, el aspecto más importante fue la habilidad del ballet y sus artistas de poder adaptarse a sus circunstancias: el ballet permitió implementar aspectos de la cultura eslava en su repertorio y cambió según las reglas del Partido Comunista pidieran. El ballet fue lo suficientemente versátil para transmitir las ideologías y los mensajes, que debía transmitir para asegurar su supervivencia.

El ballet es tan poderoso y moldeable que puede volverse propaganda. Esto nos hace pensar en la importancia de la danza y el arte en el mundo. Los artistas tenemos el deber y el derecho de transmitir historias con nuestros cuerpos y mentes, solo debemos asegurarnos que sean historias que merezcan ser escuchadas y que transmitan ideas positivas para ir creando un mundo mejor cada día; un port de bras, un tendu, un promenade a la vez.


Gracias por leer mi trabajo de investigación. Traté de volverlo lo más digerible posible, para volver más accesible esta parte de la historia del ballet que me pareció tan interesante. Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Quiero crear más posts que hablen de momentos importantes de la historia del ballet, así que los invito a mantenerse atentos a nuevas publicaciones. De igual forma, gracias por el apoyo.

Con cariño,

Andrea ♥


Para los curiosos…

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