Experiencia Personal,  Inspiración

Panama Ballet Festival 2019

Este año, fui parte del Panama Ballet Festival como estudiante y espectadora. Del 25 al 28 de julio del 2019, participé en las Master Classes del festival con maestros increíbles y encuentros con estrellas inspiradoras del ballet internacional. Cada día fue un punto alto de una experiencia maravillosa e inspiradora.

El grupito de gente bonita que compartió la experiencia conmigo

Desde febrero, por casualidades de la vida, me encontré con el Instagram del Panama Ballet Festival y me ilusioné. Era en julio, entonces era mi perfecto regalo de cumpleaños. Miko Fogarty iba a dar clases y cuando dijeron que Marianela Nuñez iba a ir, no cabía ninguna duda: tenía que ir.

Unas amigas y yo nos organizamos para ser parte del festival. Una vez en Panamá, la montaña rusa de emociones comenzó.

Día 1: Exploración y Miko Fogarty

Este día fue probablemente el más enigmático. No sabíamos a qué íbamos exactamente. Al menos yo, que como me encantan las sorpresas, había averiguado solamente justo lo suficiente para ir pero igualmente disfrutar las sorprecitas del festival.

Tuvimos clase de ballet y puntas con Krista King-Doherty. Me encantó la experiencia de sentir la técnica americana. Esta profesora se enfocó en trabajar la rotación y otros aspectos más técnicos, explicando sensaciones y puntos específicos que deben de ser prioridades a través de la barra, para poder tener limpieza y destreza en el centro y el escenario. Al acercarnos a la clase de variación donde aprendimos y practicamos la variación de Medora, nos dio tips para lograr los elementos. El que quedó más prominente en mi cabeza fue que se debe bajar ligeramente el ritmo del menage cuando ya se está terminando para lograr mayor control en el giro de cierre y pose final.

Foto con Krista King-Doherty junto a mis compañeras y amigas de Costa Rica, María Paula Hidalgo, Karen Ugalde y Marina Herrera

Después, tuvimos un pequeño receso y luego fuimos a la clase de variación con Miko Fogarty. Todas las chicas estábamos starstruck o sorprendidas por tener a una estrella de las competencias del ballet tan cerca. Yo he visto y veo los videos de ella en Youtube para aprenderme y practicar variaciones durante mi preparación. Todas la habíamos usado de referencia de estudio por años. Ella es un ícono para mi generación. Y era casi imposible creerme que me estaba enseñando su variación del Cisne Negro. Sí, la misma que bailó en Moscú. Exacto, yo no podía contener mi emoción.

Cuando logramos controlar el shock, nos pusimos a practicar la variación. Lo que más me gustó de bailar su versión era que tenía mucha variedad de elementos: saltos, giros, respiraciones y mucha elegancia. Era una mezcla de muchas versiones. Nos demostró cómo ella interpretaba al personaje, y aunque no estuviera ahí, volvía a ver al príncipe para seducirlo con ojos punzantes y cautivadores. A través de la coreografía nos fue enseñando sus detalles: sus brazos aleteando en las respiraciones, su mirada hipnotizante y seductora acompañada de cambios ligeros pero fuertes de inclinaciones de la cabeza y los tiempos de cada elemento y sus pausas correspondientes según la música. Siempre fue muy alentadora y positiva, diciéndonos qué mejorar pero también qué nos salía bien.

Con Miko Fogarty, todavía ni me lo creo.

Fue un día increíblemente inspirador. Y al final nos avisaron que, el siguiente día vendría con una sorpresa que nunca pensé siquiera posible. Pero debía esperar, porque nos quedaba el cóctel de bienvenida e inauguración del Festival en el Mall Soho, en Ciudad de Panamá.

Fuimos a la conferencia de prensa. Al llegar, saludé a Grettel Morejón, que siempre es tan linda y amable. Vimos por primera vez a Marianela Nuñez. El presentador le hizo preguntas a los bailarines del panel, que venían de prestigiosas compañías que incluían al Ballet Nacional de Cuba, el Royal Ballet de Londres, El Pennsylvania Ballet de Estados Unidos y otras. Estuvo bellísimo. Pero el momento más genial para mí fue cuando abrieron la discusión para incluir preguntas del público. Le pude preguntar al panel de bailarines destacados “¿qué significa ser latino en un contexto internacional del ballet?”; una pregunta abierta a quién le correspondiera la situación y quisiera responderla. Nadie más que Dani Hernández del Ballet Nacional de Cuba decidió contestar. Habló de cómo él ha podido llegar a poner en alto a su país y su comunidad, al ser nombrado uno de los mejores bailarines del mundo por la revista Dance Europa en el 2011. Fue muy bonito ver a alguien hablar de sus logros sin sonar arrogante ni “rajón”, como decimos en Costa Rica. Hernández aclaró que fue un gran honor para él poder ser de los únicos latinos que estaban en esa lista y que él se siente orgulloso de poder representar a la comunidad del ballet latinoamericano y cubano en otras partes del mundo donde el ballet tiene más historia.

Fotito con Dani Hernández

Día 2: Un sueño que nunca siquiera me permití pensar posible

Hoy íbamos a conocer a Marianela Nuñez. Y no solo eso, íbamos a ser sus primeras alumnas de la vida. Yo no me lo podía creer.

Empezamos clases con una maestra de técnica Vaganova, Elena Ovhchnnikova. Yo me enamoré de sus clases. Como eran Master Classes, ella se enfocó en transmitirnos información valiosa tanto práctica como teórica. Es decir, nos explicó entre otras cosas, que la técnica Vaganova se basaba en la evolución del movimiento, y que en esto se enfocaba la clase y la estructura de esta escuela. Pude notar y sentir diferencias entre la técnica cubana (que es en la que me formé yo) y la Vaganova: los brazos, la estructura de la clase y las inclinaciones fueron las más evidentes para mí. La profesora fue estricta cuando debía, pero graciosa y amable siempre que podía. Nos dio muy buenos consejos e inspiración para seguir mejorando. Estudiamos una variación rusa desconocida, de la cuál ella tenía el permiso de compartir. Llevaba mucho trabajo de pies, pero seguía siendo técnicamente demandante. Fue tan enriquecedor experimentar sus métodos y enseñanzas.

Fotito con Elena Ovhchnnikova y mis hermosas compañeras y amigas María Paula Hidalgo, Karen Ugalde y Marina Herrera

Ya agotadas de enfocarnos tanto en nuestro trabajo de puntas, yo ya creía que al final Marianela Nuñez no había podido llegar o que algo se había complicado. Me había convencido para no subir demasiado mis expectativas, en el caso de que algo surgiera. Pues, me equivoqué, porque era el turno de su clase.

Llegó de una manera tan humilde al salón. Nos dijo que le tendríamos que ayudar porque nunca había dado una clase antes. Todas, todavía estupefactas de tener a un ícono del ballet tan cerca, no sabíamos ni qué decir. Vestida como toda una bailarina, en chaleco y leggings, nos iba a enseñar y ayudar con la variación de tercer acto de Kitri. Es decir, mi variación favorita. Es decir, un clásico de su repertorio artístico. Es decir, La Kitri favorita de tantas de nosotras nos iba a enseñar su variación. No cabe decir que casi me muero.

Un videito tomado de la clase junto a Marianela

Nos fue dando a través de la coreografía sus consejos y detalles que hacían a la variación suya: sus pausas, dónde abrir su abanico (que le prestó una amiga de Costa Rica, por cierto), cuándo sostener un passé en equilibrio para cautivar al público con el juego de la música y el mejor tip que se grabó en mi cerebro por siempre: “Yo siempre busqué la limpieza”, nos dijo Marianela. Desde sus primeros años de entrenamiento en Argentina, se enfocó en hacer bien los movimientos. “Yo no tengo un gran a la seconde”, nos mencionó con la pierna más alta a la seconde que cualquiera de nosotras, enfatizando la importancia de la limpieza. Si se trabaja bien desde la barra, con consciencia de hacer correctamente las posiciones y los elementos, así uno puede mejorar. La limpieza es a veces más distintiva que siete pirouettes o una pierna en la oreja. Yo pues, intentaré hacerle caso, ya que de esta manera fue aceptada en el Royal Ballet a los 15 años; sabe de lo que habla.

La foto del grupo afortunado y feliz de haber recibido la primera clase que ha dado Marianela Nuñez

Al finalizar los grupos de la variación, Marianela con unos minutos extra, muy cortos para repetir todas y muchos para terminar temprano, nos abrió un espacio para preguntar lo que quisiéramos; para hablar con ella. De pie, a todas se nos olvidaron los dolores de pies del día. Entre todas nosotras, le hicimos preguntas variadas acerca de su vida en Londres y en el Royal Opera House, cómo había logrado llegar ahí, anécdotas del escenario y tips de su preparación. Nos contó del trato tan lindo que le ha dado su compañía y el equipo de trabajo que apoya a los bailarines de este teatro, y que toma una clase de pilates todas las mañanas, antes de la de ballet pero desea experimentar con el yoga. Habló de cómo Londres se ha vuelto un hogar para ella y que aunque latina, extraña su tea and scones en Argentina y vice versa con los antojos de su tierra natal. Nos dijo que tuvo que estar en la Royal Ballet School un año, porque no tenía la edad suficiente para ser contratada en el compañía. Nos contó una anécdota de escenario muy graciosa, que solo diré incluía un tutú prensado en el vestuario de su pareja en un pas de deux y mucha desesperación para solucionar la situación sin poder moverse más que poner una pose de coup de pie. En fin, fueron minutos increíblemente valiosos para cualquiera de nosotras. Estábamos en un semi círculo, alrededor de la artista, absorbiendo todo el conocimiento, la pasión y la inspiración que pudiéramos. Y vaya que valió la pena.

Luego, nuestro día todavía no había terminado. Tuvimos una clase de contemporáneo con Krista King-Doherty. A mí me encantó, fue con una música divina y movimientos diferentes a lo que no estoy acostumbrada. Me costó agarrar la coreografía rápidamente, ya que tengo más experiencia en ballet. Pero, definitivamente lo disfruté montones, y después de un ratito, ya me sabía los pasos. Mi cuerpo se movió de una manera distinta y me lo agradeció. Tras un día tan lleno de emociones y presiones propias, un poco de contemporáneo era la medicina adecuada.

Como completas fangirls que descubrimos ser mis compañeras de Costa Rica y yo, nos quedamos a ver una clase de varones que iba a dar Alejandro Parente, bailarín principal retirado del Teatro Colón. Pero, al esperar afuera del salón, nos dimos cuenta de que antes de la clase, iban a ensayar varios artistas invitados de la Gala Internacional. Así que vimos a Grettel Morejón y Dani Hernández ensayar Carmen y Cisne Negro (Ballet Nacional de Cuba), a Sterling Baca (Pennsylvania Ballet) y a Marianela Nuñez, junto a todos, ensayar El Vals de las Rosas de la Bella Durmiente. Aunque no nos dejaron entrar al salón, a través de una rendija de la puerta, vimos a los grandes artistas juntos. Fue increíble.

Después vino la clase de Parente. Me sugirieron como ayudante para la música, y junto a un estudiante de la academia STEPS donde nos encontrábamos, le ayudamos a Alejandro con la música de su clase. Fue muy interesante ver una clase solamente de varones de arriba a abajo, porque nunca había podido. Generalmente nosotras estamos haciendo clase junto a ellos o separadas en otro salón, y así no se puede observar detalladamente. Aprendí montones. Fue muy valioso poder observar cómo Alejandro balanceaba la masculinidad y la delicadeza. Se veía muy bien en él y en su clase, que incluía tiradas al piso para hacer push-ups y los port de bras que él implementara en sus ejercicios. Hizo hasta pequeñas competencias para volver más entretenida la clase. Yo disfruté mirarla; me hubiera encantado hacerla junto a los chicos.

Foto con Marianela Nuñez después de un día agotador pero sumamente hermoso

Y obvio, apenas tuve la oportunidad, le pedí una foto a Marianela, y ella, amable y linda, accedió.

Fue un día largo y agotador. Lleno de sentimientos, emociones y mucho baile. Perfecto para seguir el resto del festival.

Días 3 y 4: Un final glorioso

El tercer día comenzó con una clase con Krista King-Doherty una vez más. Explorando la técnica americana, nos dio sus tips de colocación y limpieza. Después, tuvimos clase de variación con Miko Fogarty de nuevo, continuando el trabajo del Cisne Negro. En esa clase, traté de ponerle atención a mi interpretación de un rol que desde hace años he querido bailar. Lo disfruté demasiado. Fue un día muy parecido al primero, pero con un hermoso detalle para finalizarlo: algunas nos quedamos hablando con Miko un rato. Me di cuenta que es una muchacha normal, estudiante de la universidad, simpática y linda. Hablamos de todo un poco: lo que significaba tener clases con ella, cómo veíamos sus videos en YouTube como ejemplo para ensayar, incluso hasta pude preguntarle un poco de la industria del ballet y comentarle de mi siguiente paso en mi carrera (si te interesa ese paso, click aquí). Fue una experiencia muy enriquecedora, no solo ser ensayada por la figura de esta gran bailarina, sino ver que aunque no se dedicó al ballet toda su vida, igual lo sigue amando y le han salido oportunidades para seguir desarrollando sus conocimientos y continuar conectándose con otras personas a través de este hermoso arte.

El último y cuarto día fue muy bonito. Tuvimos clase con Stanislav Belyaevsky. Su clase fue preciosa. Nos dio muy buenos consejos. El que más se pegó en mi cabeza fue un ejercicio de pirouettes, en coup de pie en dedans y en dehors, y luego igual pero para el otro lado, repetido varias veces. Nos dijo que estaba todo orgulloso porque ha visto a los chicos que lleva a competencias no poder girar bien en ensayos, y que se ponen a un lado a hacer ese ejercicio para arreglar sus giros. Es decir, es excelente para recuperar el eje #anotado. Al finalizar, nos dieron un título de nuestra experiencia. Fue todo lindo.

Recibiendo el título de la experiencia con el profesor icónico Stanislav Belyaevsky

Pero, faltaba lo que todos estábamos esperando con ansias: La Gala del Panama Ballet Festival.

Inspiradora. Fabulosa. Estuvo increíble. Ver a tantos artistas tan buenos, en un solo escenario, no fue solamente entretenido y hermoso, sino inspirador para seguir trabajando duro por mis sueños (de nuevo, click aquí para leer más).

Nayara Lópes y Sterling Baca del Pennsylvania Ballet hicieron un pas de deux de Esmeralda divino; el mejor que he visto hasta ahora. La interpretación de ella fue magnífica, el movimiento gitano de sus hombros y su expresión facial hizo que apenas empezando la función, ya el teatro estuviera exaltado. El pas de deux de Carmen, interpretado por Grettel Morejón y Dani Hernández fue extremadamente limpio, atractivo y tenaz, dejando en alto a una obra tan importante del repertorio de la famosa compañía cubana. El contemporáneo de Emily Orillac “Any Where But Here” estuvo muy interesante y dinámico. Igual que el grupo de neoclásicos que presentaron, entre estos “Switch” (Lillian DiPiazza y Sterling Baca del Pennsylvania Ballet). El pas de deux de la escena del balcón de Romeo y Julieta, interpretada por los bailarines del Ballet de Santiago, Romina Contreras y Rodrigo Gúzman, fue divino, con un sentimiento tan profundo de amor prohibido, joven y curioso. Asimismo, me fascinó Tarantella, bailado por Brittany Pollock y Daniel Ulbricht, del New York City Ballet; estaba sentada sonriendo, al verlos disfrutar tanto el escenario y transmitir esa energía tan hermosa de la coreografía de Balanchine a través de sus cuerpos.

Y no cabe decir, lo increíble que fue ver a Marianela Nuñez bailar a unos cuantos metros de nosotras. La coreografía neoclásica “Kicho” de Julio Lopez, era un baile precioso con una influencia muy clara del género danzario del tango, que exhibió un balance exquisito entre sensualidad y fuerza. Nuñez y Alejandro Parente presentaron esta obra con un química impresionante, que dejó al público con ganas de más. Las musculaturas esbeltas y las miradas de los artistas entre ellos hicieron que la coreografía fuera un éxito ante el público. Y el Adagio de las Rosas, de la Bella Durmiente fue el climax de la noche. Nuñez lo bailó con Alejandro Parente, Dani Hernández, Sterling Baca y Rodrigo Guzmán; es decir, una unión de los talentos de la noche. Verla hacer ese papel con tanta gracia y elegancia fue la mayor fuente de inspiración que pude haber pedido. Hacía que todo se viera tan sencillo, con sauts de chat de 180 grados que salían de una quinta perfecta y un torso siempre erguido de princesa. Marianela nos destrozó con balances preciosos y largos, con una técnica pulcra, una interpretación artística hermosa y su carisma de siempre. El público ya no pudo con más, nos levantamos con aplausos y gritos (respetuosos claro), despediendo a las estrellas tras una coda con todos los artistas demostrando sus habilidades icónicas de cada coreografía.

Gracias al Panama Ballet Festival por haber organizado tan bien una actividad tan hermosa e inspiradora. Gracias a los artistas por darnos una gala tan espléndida y por habernos transmitido tantos conocimiento en tan solo cuatro días. Fue el mejor regalo de cumpleaños que pude pedir, con expectativas sobrepasadas. El Panama Ballet Festival está super recomendado de mi parte. Ojalá sea un evento que crezca mucho y nos ayude a agrandar la cultura del ballet en Latinoamérica…

– Andrea

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