Experiencia Personal

Siguiente paso: Cuba

Llevo ya un mes oficialmente como estudiante en la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso en Cuba. Me es increíble siquiera poder escribir esa oración. He trabajado mucho para llegar aquí, entrenando tanto física como mentalmente y me gustaría documentar mi proceso en esta isla desde sus principios.

Estar aquí finalmente significa demasiado para mí. Este post no es una manera de alardear ni nada por el estilo, sino una manera de compartir. A mí me hubiera encantado poder leer al respecto antes de venirme, pero no hay mucha información disponible al respecto. Si este post le ayuda a alguien, habrá valido la pena.

Así que,

¿Cómo sucedió?

Había venido a la Escuela Nacional ya varias veces, dos de ellas por el Encuentro Internacional de Academias que se realiza anualmente durante dos semanas entre los meses de marzo y abril, y otra por un adiestramiento de cinco semanas que hice en enero de este mismo año. Los profesores que me formaron en ballet fueron cubanos en Costa Rica, y pues, siempre tuve admiración por la institución que los formó a ellos, pero jamás pensé que fuera posible venirme a estudiar en ella. Pero al ver que hay otra costarricense como estudiante desde nivel elemental hace años y exponerme a las clases que recibían los estudiantes durante el mes que estuve aquí, me di cuenta que era lo que quería. Aún con el sacrificio de vivir en un país con sus complicaciones como lo es Cuba, decidí que iba a hacer el esfuerzo porque no me quería quedar con la duda, el “¿qué hubiera pasado si…?”. Quería audicionar. De alguna manera convencí a mis papás. Mi mamá y yo buscamos información cada vez que fuimos a Cuba, y recolectamos los detalles necesarios a través de llamadas a distancia y correos con muchos tiempos de intermedio entre sus respuestas. En setiembre de este año, tras dos semanas de audición, fui aceptada como estudiante de formación completa de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso por dos años en formación completa.

¿Por qué significa tanto para mí?

Después de varios años de ver esto como algo inalcanzable, finalmente lograrlo significa mucho para mí. Me confirma que tenía razón, tanto esfuerzo de ir a ensayos y clases, de superar las dificultades de lesiones, de sufrir las lloradas y frustraciones del proceso, de tomarme a esta carrera en serio, a dado sus frutos. Empecé a entrenar ballet a los 16 años, tarde para ser profesional. Aquí los niños empiezan su carrera con clases de elemental a los 8-9 años y talleres antes de eso, para trabajar las condiciones con las que los aceptan en la Escuela. Le puse muchas ganas. Mi historial de gimnasia artística y patinaje sobre hielo artístico individual y en pareja me ayudó a ponerme al día. Entre clases académicas de mi colegio y el transporte entre provincias para ir a una academia con el nivel necesario para mejorar fui subiendo de nivel y llegué a ser aceptada en el Ballet Nacional de Costa Rica. Trabajando con ellos me di cuenta que me faltaba terminar mi formación formalmente y pues, me vine a Cuba para lograr eso mismo. Pero que me aceptaran, significa que alguien vio algo en mí que puede volverse realidad con trabajo, y aquí estoy, trabajando para lograrlo.

Clases nuevas

¿Cómo son las clases? Pues, es muy interesante, enriquecedor y difícil. Me he encontrado con clases sumamente hermosas, con correcciones increíblemente atinadas y profesoras excelentes. Pero también me he topado clases complejas y diferentes. Nunca había tomado una clase de carácter en mi vida, y solo los dejo imaginarse el ridículo que hice la primera clase. Técnica de la danza contemporánea sigue siendo un reto para mí, aunque ya me voy adaptando un poco al estilo cubano y a los movimientos. Asimismo, el folclor cubano es tan diferente a todo lo que he hecho en mi vida; me parece tan culturalmente rico, pero sigue estando muy fuera de mi zona de comfort.

Un reto inesperado

A tan solo unas semanas de haber empezado, por casualidades de la vida, terminé bailando en una función de la Escuela en el Teatro Martí en Habana Vieja. Una chica estaba enferma, me dijeron que ensayara el puesto de ella y como había tan poco tiempo para prepararnos, yo terminé bailando en la presentación. Los nervios me mataban, hace rato no sentía nervios tan fuertes. Me puse mucha presión propia en mi hombros, y por lo mismo, creo yo, no me salió lo mejor posible. Igual, viendo los videos, no fue tan terrible, pero sé que puedo hacerlo mejor. Ahora me toca corregir los errores, ponerle más ganas aún y comenzar a creer más en mí misma. Mi profesora y ensayadora me dijo que debo de trabajar mis inseguridades. El no tener un conocimiento tan extenso (por años trabajados) me hace dudar de mi cabezas, brazos, etc. Pero, ya sé en qué trabajar. Espero mejorar para las próximas funciones, porque compartir escena con bailarines tan excelentes como los estudiantes de aquí y escuchar mi nombre en el programa de la velada de ese hermoso teatro fue un sentimiento divino que quiero volver a vivir, si me lo permiten.

Vivir en Cuba

El cambio de vivir en Cuba ha sido un poco más fuerte de lo que esperaba. La cultura, aunque sigue teniendo similitudes latinoamericanas con Costa Rica, es muy diferente debido a su historia y política antigua y actual. La idiosincracia del cubano es distinta a la del costarricense, y me he topado con choques culturales fuertes.

Conseguir comida no es tan sencillo como en mi país. Aquí, al menos cerca de donde yo vivo, no hay supermercados; todo se consigue en tiendas separadas, y si van hoy y ven pasta, eso no significa que mañana haya de la misma pasta en la misma tienda o puede que no haya pasta del todo y nadie sepa cuando vuelven a surtirse la pasta. Si se acaba, no hay más, y listo. Por el bloqueo hay escaseces a veces, y eso vuelvo un poco más complicadas las cosas. Por ejemplo, ahorita hay un problema con el petróleo, y han habido horarios de ahorro de energía para que el país no se acabe con sus reservas pronto. La vida aquí es del día al día, y como una persona constantemente preocupada por el futuro, esto puede ser impactante a veces; pero también me ha ayudado a ir entendiendo que de vez en cuando no se puede hacer todo lo que uno quiere en el día en el que lo planea, pero que siempre está mañana para seguir adelante. Los días ni son eternos ni se deberían de saturar.

¿Y después?

Mi plan es estar aquí estudiando en Cuba por dos años. Después, debo de hacer una práctica pre-profesional por 6 meses en alguna compañía del mundo. Quiero aplicar a todas las compañías que pueda, y permitirme ver hasta donde puedo llegar. Pero no hay más plan que eso. Aunque estoy acostumbrada a saber por lo menos qué quiero en el futuro, esta incertidumbre también me mantiene emocionada y abierta a las muchas y diferentes opciones que puedan surgir…

Así que, soy estudiante de ballet en Cuba. Es un sueño hecho realidad, pero significa que apenas comienza esto. Ahora, le voy a poner muchas ganas, empeño y amor a todo lo que haga. Este blog va a ser una manera de documentar mi experiencia aquí en esta isla caribeña; así que, si les interesa, los invito a que me sigan en Instagram, Bloglovin’ o lo que sea que usen, para que vean cuándo subo algo nuevo de mi experiencia.

Nos hablamos pronto de nuevo,

Andrea

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