Experiencia Personal

Un mes entrenando en Cuba

Acabo de volver de un mes bailando y viviendo en Cuba. Entrené en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba Fernando Alonso y fue una experiencia increíble. Fue difícil, retador y exhaustivo, pero también fue emocionante y gratificante, una experiencia llena de crecimiento propio. Quería escribir y compartir algunas reflexiones que tuve durante mi tiempo en este país. Éstas son algunas de las lecciones de este mes tan enriquecedor:

 

 

 

  • Me había vuelto ligeramente (o tal vez fuertemente) adicta al Internet, especialmente Instagram y Youtube. El Wi-fi en Cuba se paga por hora y no está disponible como en Costa Rica. Así que, mi acceso a las noticias del mundo no era tan amplio a como estoy acostumbrada en mi país. En nuestra sociedad consumista, se nos bombardea diariamente con montones de contenido. Cuba crea un buen contraste ante esta situación. En general, fue un tipo de “limpieza de medios”. Siento como que ahora puedo ser más crítica de los medios de comunicación que decido consumir. Así, no se vuelven una manera de distraerme del silencio, sino una herramienta para investigar y aprender. Asimismo, me di cuenta que es importante para mí en aspectos del ballet también. Ver a otras personas alrededor del mundo bailar, aunque no es la única manera de aprender, puede ser una fuente esencial para observar distintos estilos de diferentes personajes y producciones. Ahora aprecio muchísimo más la disponibilidad que tengo de ver videos de ballet; y espero que pueda explorar este aspecto mucho más ya en mi país, con una buena conexión al Internet.

 

  • La técnica cubana de ballet, creada por Fernando Alonso, se transmite principalmente a través de las generaciones de manera oral. Esto significa que debo estar ahí para poder aprenderla bien. No hay libros que hablen específicamente de ella; los que logré encontrar solo discuten la historia del ballet cubano o son biográficos. Así que, la técnica puede sufrir alteraciones si son enseñadas por otras personas, ya que cada uno la interpreta a su manera, y agrega sus pequeños detalles y afinaciones personales. Por supuesto que esto es completamente válido; pero, no es la técnica original, llena de tantas particularidades importantes, incluyendo que el coup de pied debe de estar a la altura del listón de la zapatilla que siempre le debe proveer soporte al tobillo, que en el primer y tercer arabesque la cabeza debe de estar ligeramente inclinada hacia el meñique de la mano, debe de haber un pequeño sauté justo antes de un chassé en tournent, además de muchos otras especificaciones que caracterizan a la técnica cubana. 

 

  • Hay cosas tan simples que a veces no apreciamos lo suficiente.  Debido al bloqueo, obtener comida, suministros y productos en Cuba no es igual que en mi país. Extrañé cosas simples como ir al supermercado y saber que de fijo encontraría lo que compré el día anterior, el tener 4G en mi celular, y bueno (aunque suene aleatorio), las espinacas. Todas son cosas que daba por sentado. 

 

  • El tiempo realmente sola puede ser difícil pero beneficioso. Este mes estuve sola por más tiempo de lo usual. En Costa Rica, siempre pasaba acompañada por mi familia, mis amigos, o Netflix y Youtube. Pero sola en Cuba, aunque sí tenía amigos en la escuela de ballet y un poco de contenido descargado, me encontré con lo que he llamado “verdaderos silencios”. Estuve realmente sola, averiguando qué hacer, qué comprar y qué comer, acompañada solamente de mis pensamientos. Lejos de mi familia y la estabilidad de mi país, una se empieza a volver más ansiosa sin querer, lo cual se puede convertir en meriendas innecesarias, morderse las uñas más de lo usual o incluso abrumarse de vez en cuando. Tuve varios colapsos, si les soy honesta. Pero aprendí algo ciertamente valioso: siempre van a haber gente que nos escuchen y que nos ayuden. Algunos estudiantes extranjeros de la escuela y la dueña del apartamento en el que me quedaba me permitieron hablar, llorar y desahogarme cuando más lo necesitaba. Por siempre les estaré agradecida por su ayuda y apoyo. Y aunque a veces era mucho que procesar, este tiempo a solas también me permitió permitirme tener momentos de introspección sin interrumpir. Noté que los “verdaderos silencios” me llevaron a crear más arte, leer más, valorar más la belleza de la música y disfrutar de mi propia compañía.

 

  • La interpretación y bailar con el corazón pueden ser habilidades hasta más importantes que hacer cinco pirouttes o pegarse en la oreja con un développé à la seconde. Una profesora de la escuela nos contó de cuando conoció a Carlos Acosta y cómo él demostró físicamente que la interpretación personal de cada movimiento es lo que vuelve virtuoso al bailarín. Sí, trabajamos duro en nuestra técnica, porque nos permite asombrar al público con giros que parecen infinitos y hermosas extensiones, pero sin la interpretación artística, eso realmente no transmite nada. 

 

  • Relacionándonos al punto anterior, a veces se nos olvida que la belleza del ballet es su habilidad de contar historias. De vez en cuando (más seguido que lo que me gustaría admitir), se me mete entre ceja y ceja sacar esa piroutte extra o no rebotar ligeramente después de un  foutté arabesque, y me frustro por no hacerlo “perfecto”, al mismo tiempo que olvido la esencia del mismo arte: transmitir. Incluso, a veces busco errores cuando estoy viendo un ballet. Ese no es el punto del espectáculo. Lo importante recae en qué significó ese arabesque para el personaje. Es decir, la magnitud del movimiento y el arte recae en la habilidad del artista de hacerte creer que está debajo de un árbol de Navidad enorme peleando con un ratón, casándose con un príncipe en alguna tierra lejana o enamorándose del hijo del enemigo fatal de su familia. Se supone que el ballet te desconecta de la vida, te hace creer en lo imposible y te permite soñar por un ratito. Y solo los buenos bailarines son aquellos que pueden transmitir sentimientos, curiosidad y una historia genuina a través de sus cuerpos. 

 

  •  Somos demasiado duros con nosotros mismos, mientras que otros ven nuestro verdadero potencial. El ballet le exige mucho a la mente. Nos cuidamos de qué comer cuando se acerca un examen importante, intentamos mejorar nuestra flexibilidad y fuerza o nos frustramos por una clase “mala”. Es decir, nos juzgamos a nosotros mismos constantemente. Los bailarines analizamos continuamente a nuestros propios cuerpos y nuestras habilidades, además de las condiciones físicas de los demás alrededor nuestro, para ver en qué y cómo podemos trabajar. Pero, se nos olvida ver hacia atrás de vez en cuando para ver nuestro progreso y recaemos en compararnos con los demás. Parte del deber de nuestros profesores es ayudarnos a ver este potencial, y decirnos qué y cómo podemos mejorar. Pero no todos tienen la suerte de encontrar ese tipo de profesores y guías; así que, cada bailarín debería de trabajar en dos habilidades: encontrar motivación e información para seguir mejorando y permitirse auto-analizar su progreso y camino para apreciar sus esfuerzos (porque, si no nos dejamos probar los frutos de nuestro progreso, ¿entonces para qué tanta preparación y espera?). Bailar es difícil, mental y físicamente. Pero, un buen bailarín, que verdaderamente quiere mejorar y crecer, encuentra fuerza, motivación y conocimiento cuando lo necesite respectivamente. 

 

  • Todo sucede porque tiene que suceder. A veces nos frustramos por el tiempo “perdido” o los “errores” que hemos cometido. Pero, se nos olvida que todo lo que vivimos nos ayuda a crecer y estar listos para el próximo paso. El futuro es una loquera desconocida, y siempre tratamos de aprovechar el tiempo hasta la última gota de cada segundo. Algún día ya no podremos hacer nada nunca más, bailar, reír, lo que sea (un pensamiento muy ligero, lo sé). Y, lo entiendo. Matarnos de trabajo parece ser la única solución. Sin embargo, las pausas, los errores y el crecimiento son necesarios e inevitables para mejorar como bailarines, pero también como personas. Incluso si creen en el destino o no, todos debemos de admitir que la consecuencias de nuestras acciones nos llevan a nuevos caminos; por ende, todo pasa por algo. Y depende de cada uno de nosotros el reconocer estos cambios en nuestras vidas, para ayudarnos a tomar mejores decisiones en el futuro y no pegarnos en el pecho cada vez que nos acordamos de un “error” que nos ayudó a moldear nuestra vida. 

 

  • Tengo tanto que aprender y me alegra. Hay tanto libros que leer, tantos videos por ver y tanto ballet para experimentar. Solo hay que ser suficientemente curioso para explorarlo. Compré algunos libros del arte, y estoy extremadamente emocionada para devorarlos. Intentaré inventir más tiempo en esto de ahora en adelante. Espero que mantener a este blog activo me ayude a lograrlo. 

 

 

No puedo recomendar más una experiencia como lo que fue este mes en Cuba para mí. Mi tiempo allí me enseñó mucho sobre la confianza propia y la sed de conocimiento que tengo como bailarina y persona. Cuba retó mis percepciones de soledad e independencia y me hizo pensar en los pasos que debo tomar de ahora en adelante para mi carrera en el futuro. Agradeceré este mes por siempre. Espero poder seguir creciendo en el mundo del ballet, y continuar compartiendo mi conocimiento fresco y mis experiencias junto a ustedes. Gracias por ser parte de mi camino. 

 

 

Con pasión y cariño, 

Andrea

 

 

 

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