13 Lecciones de Cuba: volviendo tras la Pandemia
Después de la Pandemia, el mundo de la danza sigue con cicatrices. Todos, a nuestras maneras que nos han sido posibles, hemos seguido adelante. Yo tuve que dejar mis estudios en Cuba en pausa, ya que la Escuela estuvo cerrada por mucho tiempo, los vuelos eran inaccesibles y las complicaciones crecieron con pruebas extras, restricciones y muchas situaciones más. Pero, a principios del 2022, pude retomar mi sueño de graduarme de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba “Fernando Alonso”. Volví a una Cuba diferente, con distintos problemas y situaciones, con esperanza de seguir aprendiendo y aprovechar mis momentos con grandes maestras y maestros de ballet y otras disciplinas. Fui gratamente sorprendida con la posibilidad de competir en ballet en el Concurso de Ballet del Encuentro Internacional de Academias de Ballet en abril de este año, gané tercer lugar en mi categoría (si quieren leer más del tema, favor visitar este link) y logré empezar a ensayar un Pas de deux para presentarlo en mi examen estatal ahora en noviembre. En este tiempo, con maestras exigentes, clases desgastantes y hermosas, y ensayos rigurosos pero emocionantes, he aprendido mucho, y quiero compartirles unas cuantas de las lecciones que he aprendido en estos meses:
1. Cuando creés que no podés más, sí podés
El cuerpo es maravilloso. Esto lo aprendí y confirmé en varias situaciones:
– Un día, una profe muy linda que teníamos de Repertorio nos hizo hacer una competencia de plancha (sostenida) para ver qué elenco empezaba a ensayar. Pusieron a dos hombres a competir. Pero mientras lo hacía, yo vi y dije que uno de ellos no estaba usando la forma correcta, y pues, es trampa. Otra profe me retó a hacerlo yo para que viera que el cuerpo hacía ese tipo de cosas después de cierto tiempo de esfuerzo. Yo acepté. El chico que más aguantó duró 3 minutos 50 segundos. Yo no pensaba que iba a durar más de 2 minutos, porque nunca lo había hecho tanto tiempo. Y en búsqueda de defender mi honor y gracias al apoyo moral de un compañero, llegué a los 4 minutos y 29 segundos. Cuando creía que no podía más, me convencía de que sí, y pues, aunque tal vez hubiera podido aguantar más tiempo, no quería lastimarme, entonces paré. La mente es muy poderosa. Y no hay límites realmente, podemos trabajar para lograr metas con paciencia y de vez en cuando, nos sorprendemos al pasar los límites que nosotros mismos nos ponemos.
⁃ Yo nunca he tenido un reto físico y mental como el de hacer un examen de ballet. Es una experiencia estresante y agotadora. Como se maneja en la Escuela Cubana es con una clase que se debe de aprender y trabajar entre 3 o 4 semanas. Es como aprenderse una coreografía de hora y medio mínimo. Pero, hay profesoras que se pasan de ese tiempo. Este primer examen del último año de la carrera duró casi 2 horas seguidas. Seguía la estructura de Barra, Centro, Allegro y luego Puntas. Y una profesora que nos vio hacer el examen nos dijo que parecía que ya no podíamos, que ya no dábamos y llegábamos y hacíamos el siguiente ejercicio y luego otro, y luego otro, y otro, y otro más. Terminamos sencillamente A-GO-TA-DAS. Pero, el cuerpo aguanta. Y aguanta bastante. Nunca te das cuenta de tus límites hasta que los retas. Yo traté de retarlos diario y por eso, tuve la resistencia para aguantar el día del examen, con el calor habanero de mitades del año y las demandas de tener un jurado experimentado y renombrado en frente, ejecutar una clase de ballet en tus mejores disposiciones por casi 2 horas seguidas.
2. Tenés límites y hay que aceptarlos
Somos humanos y tenemos límites. Sí, el cuerpo aguanta, hasta que ya no aguanta más. Este semestre empujé muchísimo a mi cuerpo, pasando de un entrenamiento mínimo (después de la pandemia y de haber casi dejado de bailar), a un entrenamiento riguroso, una preparación para concurso condensada en un mes, un examen de ballet pesado, exámenes de las otras asignaturas, y los ensayos de Pas de deux. Fue mucha carga, y terminé lesionada. Estuve muy muy cerca que que me diera periostitis, con dos tendinitis, una en el peroné y otra en el sartorio. Quise seguir, y empujé aún más mi cuerpo, hasta que ya no pude más… Me dolía subirme a las puntas, no aguantaba ni terminar la clase de ballet.
Aprendé de mi experiencia. No llegués a ese punto, escuchá a tu cuerpo, es muy sabio, es una máquina de señales, es una herramienta que hay que cuidar. Ahora a mí me toca cuidarla para poder volver a Cuba con más fuerza aún para terminar mis últimos meses.
3. La vida es más sencilla que lo que el bombardeo del día a día nos hace sentir
A veces sentimos que necesitamos esto o lo otro para ser felices, que finalmente al conseguir ese trabajo, ese bolso, esa carrera, ese título o ese objeto material, vamos a ser felices o exitosos. Creemos que nos va a llegar fácilmente, que nos va a caer del cielo. Y que cuando llegue el milagro, vamos a estar en plenitud. Siempre hay algo nuevo, algo más, algo extra. Pero, cuando estás un poco desligada de ciertas comodidades, te das cuenta que las cositas sencillas son lo realmente importante. Y que la felicidad es en realidad tranquilidad interior. No es eterna, cambia mucho y todos los sentimientos de tu proceso son válidos e importantes, pero hay que luchar por ir encontrando la plenitud. Yo sigo en mi camino y creo que es un camino que no para nunca.
4. Hay pequeños lujos que valen más que lo que cuestan
Los lujos de la vida no necesariamente son caros. Más bien, algunas cosas baratas como esa conversación abierta con una amiga, el lograr un triple pirouette dos veces seguidas, un confite de tu país, una comida que te recuerda a casa, ese helado del que tanto antojo tenías, ese abrazo de un ser querido, cuestan nada o poco económicamente hablando pero lo valen todo, y al estar lejos, pueden ser un pequeño empujón para seguir adelante.
5. Soy bailarina
Pues, ¡duh! Obvio, ¿no? Aunque no lo crean, por años, me ha costado mucho poder referirme a mí misma como “bailarina”. Por inseguridades de haber empezado tarde, de siempre creer que no me lo merecía o que todavía no estaba a nivel, no aceptaba el término como mío. Pero, me doy cuenta que no necesito ninguna aprobación de una institución ni de alguien más para poder llamarme bailarina. Soy bailarina. Bailo y por eso soy bailarina. Y bailo ballet. Así que soy una bailarina de ballet. Aunque haya tenido un trabajo como bailarina y ahora soy estudiante. Aunque todavía no tenga un trabajo en una compañía de nuevo. Soy una bailarina de ballet solo por el simple hecho de que me dedico a bailar ballet.
6. El ballet no me define
Tal vez suene un poco contradictorio decir esto, cuando me costó tanto definirme como bailarina. Y es que, sí, soy bailarina, pero también soy muchas otras cosas. Soy artista, soy poeta, soy diseñadora, soy creadora, soy hija, soy novia, soy amiga, soy hermana, soy profe, soy humana, soy la posibilidad estadística mínima de existencia, así que para qué definirme como una sola cosa, si puedo ser muchas y aprovechar el disfrute de mi experiencia al máximo.
7. La vida te sorprende y te da vueltas
Hubo un punto (o muchos) en el que creí que no iba a volver a Cuba y volví. Yo no pensaba que pudiera competir en una competencia de ballet y lo hice. Y hasta gané un premio. Yo no pensaba que podía ensayar un Pas de deux en mi Escuela y lo estoy haciendo. Yo no creía que me fuera a lesionar con casi periostitis, y aquí estamos. La vida da mil vueltas. Es impredecible. Hay que dejarla fluir. Los planes y los cuidados son importantes, pero muchas veces, no salen como esperamos. Más bien, pocas veces sale lo planeado. El control de todos los factores es imposible. Y cuesta mucho, pero hay que luchar por lo que queremos mientras que dejamos ser a la vida y a nosotros mismos.
8. La distancia te hace darte cuenta qué relaciones son la que causan mayor impacto en tu vida
Tanto lejos como cerca, el alejarte de tus seres queridos, tus comodidad y de tu gente, al estar “solo” te das cuenta quienes son las personas de tu vida “antigua” que quieren seguir en tu vida y hacen un esfuerzo para mantenerse ahí, y quiénes son las nuevas que quieren formar parte de tu presente y tal vez futuro porque te lo demuestran con detalles, sin importar lo mínimo que sea. Son especiales y hay que poder distinguirlas, valorarlas y cuidarlas.
9. Extrañar no es algo malo
Estando en una relación romántica a distancia, me doy cuenta que extrañar no es malo, ni una sensación o emoción negativa. Sí, a veces es difícil, y sí, muchas veces duele. Pero, te confirma qué y a quiénes querés en tu vida. Te confirma lo mucho que esa persona especial significa para vos y te ayuda a valorar aún más los momentos que han vivido juntos y anhelar lo que queda por experimentar juntos también.
10. La salud mental es esencial
La salud física es importante, pero sin un comandante fuerte y determinado, el cuerpo no sabe qué rumbo tomar. La cabeza es nuestra guía; cómo nos hablamos, cómo nos tratamos a nosotros mismo y nuestra percepción propia es demasiado importante para nuestro desempeño como bailarines, y más importante, como personas. Si cuidamos de nuestra mente, también estamos cuidando a nuestro cuerpo, a nuestra herramienta de trabajo.
11. El descanso es parte del entrenamiento
El cuerpo necesita descanso, y el mismo te va dando las pautas necesarias para entender cuándo parar. Y el descanso no es solamente parar la actividad física; aunque este tipo de descanso es sumamente importante, también hay otros tipos de pausas que son útiles y éstas son distintas para todo el mundo. En mi caso, ir a tomarme un cafecito con repostería a un lugar bonito, caminar un rato, llorar, ir a un museo, escribir mis pensamientos, hablar con un ser querido por llamada, comerme un antojito, ver una película, quejarme un rato con una amiga, son todas maneras de descanso.
12. El tipo de maestra de ballet que quiero ser (y no quiero ser)
Yo quiero ser maestra de ballet, después de ya no poder o querer bailar más. Cuando llegue el momento, quiero trabajar para no ser una maestra que lastima, que causa trauma o que estrese. Quiero ser una maestra a la que sus estudiantes quieran llegar a contarle su progreso, cómo se sienten y que puedan preguntar lo que quieran sin temor a ser juzgados.
En Cuba, pude observar maestras y maestros y clases en variedad, y poder ir viendo qué quiero incluir en mi vida como maestra y qué quiero excluir. Aprendí ejemplos que seguir y ejemplos que desechar y cómo afectan estas pequeñas decisiones en los alumnos, siendo yo alumna en este momento en una escuela especializada en la enseñanza del ballet.
El ballet debe llenar de sueños a los niñas y niños, y a los adolescentes y hasta a los adultos. Quiero ser una maestra que inspire, que apoya y no aplasta. Quiero ser una profe tranquila, que enseñe sin descuidar la salud mental y física de sus alumnos y se mantenga educada para seguir creciendo en cómo ayudarlos a ellos y ellas.
13. El ballet es maravilloso
El ballet me ha regalado amistades bellas, un novio maravilloso, experiencias increíbles e incontables lecciones a través de los años que me ha acompañado. Me ayudó en momentos oscuros y ahora me sigue motivando a mejorar, no solo como bailarina y persona, sino como la futura profe de ballet que quiero ser.
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He aprendido mucho en esta nueva aventura continuada. Aunque quiso parar, el sueño continúa. Y sigo absorbiendo todo lo que pueda, para transmitirlo a todo aquel que quiera aprender. Esa es la idea de este blog: volver accesible al ballet para todo aquel que quiera aprender.
Gracias por leerme, a mis pensamientos y a mi blog. Escribo para informar, ya que mucho tiempo deseé que hubiera un espacio o alguien hablando de estas cosas. Sigo aprendiendo cada día y quiero seguir compartiendo mis experiencias y aprendizaje con ustedes. Gracias por el apoyo y si querés aprender más por favor apoyá al proyecto en los perfiles de instagram @andreaspromenadeblog y @andreaspromenade, donde encontrarás actualizaciones cada vez que hay nuevo blog post y también hay acceso a más contenido.
Mucha merde,
Andrea